EL CURUMIN – Espanhol - (Gracias a Mercedes Cruz e Mari por el conto en Español)
Los guaranís, tribu que habitaban en pequeñas cabañas en una villa próxima a la Avenida Dutra. Son indígenas provenientes de los primeros habitantes de estos parajes brasileños. Los indios no la conocían, En los primeros días de esta tierra, como Brasil, la llamó Pindorama, lo que significa la tierra de las palmeras.
Los guaranís oyeron generación tras generación, las historias de una tribu que poseía el mismo nombre de la tierra de las palmeras, esta tribu se llamaba Pindorama. Eran conocidos como los guardianes de la gran tierra. Más, los guaranís no creían en estas leyendas, la civilización ya había dicho que era todo creación mitológica de los indios. ¿Como entonces, podrían creer en guerreros invencibles que ganaban las guerras sin muertes y sin dolor; que solo aparecían a quien lo desease, en un fluir místico y misterioso a través de elementos esenciales de la naturaleza: la tierra, el agua, el fuego y el aire?
La vida sencilla de esta tribu sin Pindorama, al lado de la Avenida Dutra, donde el tupi se perdía en la mitología no discontinua en los labios, los encantos y misterios de la vida. se alteró con la llegada de unas personas extrañas al ambiente. Los indios no entendían la llegada de todos aquellos hombres y el porqué ellos necesitaban de tantas herramientas; escobas, trapos, alambre y una advertencia a cualquier persona que se acercara, a aquellos simples agujeros.
Los Arqueólogos, que escavaban los agujeros, no dejaban a los indios acercarse a sus trabajos, pues allí podría haber uno de los mayores descubrimientos de Brasil. Ellos tenían miedo que destruyesen las pruebas de una de las más intrigantes tribus que habían existido en Brasil. Aseguraban haber hallado los vestigios de una de las moradas de los Pindorama.
Los hombres blancos, apenas conocían los frijoles de la casa del curumin Cariu, que estaba cocinado en una cazuela de barro, hallada allí mismo, cuando Curiu hizo un agujero.
Cariu fue el más sorprendido por el trabajo de los arqueólogos. El miraba y pensaba: ¿”será que yo soy arqueólogo? Yo se cavar hoyos y hallé aquella panela”. El era un curumin que le gustaba observar y quedar intentando entender lo que veía.
Los otros curumins de la tribu, comenzaron a burlarse de Cariu
-¿Es que usted se va a quedar mirando a los hombres cavar agujeros?
- Usted es muy raro Cariu. ¿No te gusta la caza, la pesca. Solo mirar todo con los ojos de un búho.
-Déjale tranquilo, Itare – Intento defender Jeriro. Más el resultado fue enfurecer más a Itare.
-Mira Jeriro, el debe ser así porque no tiene padre, vive criado por el pueblo. El es muy cobarde.
Cariu, no respondía nada, engullía callado las provocaciones de Itare. Miró a sus pies y caminó por el bosque, hacia el río que pasaba cerca de la tribu Iponga. Al llegar al río, el miro la cascada que vierte una pequeña corriente de agua, quedando admirado de la Piedra más alta, a 10 metros de altura. Con el rostro pálido, sudorosa, cabeza palpitante, entra un poco en el río para ver la profundidad. Era poco profunda, apenas le llegaba a la cintura, con una arena fina, un poco enrojecida, rota por rocas dentadas, oscuras y viscosas. Cariu respira profunda y lentamente mira hacia arriba y dice a sí mismo:
-Ahora vamos a ver si yo tengo el mismo valor. Voy a subir a aquella roca y voy a dar un salto, como los valientes indios de la tribu Pindorama Hacia. Vamos a ver si yo soy cobarde o no.
Sin inmutarse, se subió a la parte frontal de la cascada. Parecía fácil para Cariu, el enojo era tal que la determinación y la fuerza se doblaban. Cuando llegó arriba, miró hacia abajo, un frio, en el vacío le corría por la columna vertebral. Sin embargo, ya estaba decidido, iba a saltar.
Un alcon vino en su dirección, parecía avisarlo para no saltar, lo atacó por dos veces. El desvió el ataque sin darle importancia, sin desistir de saltar. Cariu cierra los ojos por unos segundos, contiene la respiración, abre nuevamente los ojos y salta gritando:
-PINDORAMAAAAAAAAAAA…
El agua se aproximaba, la distancia disminuía, en esos pocos minutos de caída, el pensó que no valía la pena arriesgar su vida, más ya era tarde. El impacto de su llegada, en contacto con el agua, fue como una explosión. El no llegó a sentir las piedras, ni el dolor. Estaba sin sentido del tiempo.
Unas manos suaves lo retiraron del rio. La cabeza tenía un zumbido sin fin, era una oscuridad total.
Cariu oía voces, murmullos. Una voz femenina se dirigió a la criatura con calma:
-Cariu, usted fue muy irresponsable con su vida. Si usted quiere ser fuerte, no es saltando la cascada como lo va a ser. Nosotros vamos a darle una misión. A su lado tiene una piedra, ella tiene el diseño de una palmera. Es el símbolo de los Pindorama. Usted va a sentir y va a tener los poderes que lo integran a la naturaleza y va ayudar en lo que la naturaleza le pida. Usted comprenderá lo que es ser fuerte. Use la piedra.
Después de un largo tiempo, el sonido fue desapareciendo, Cariu consiguió abrir los ojos. Se sentía aun aturdido. Miro para la cascada y recordó la barbaridad que hizo. Siente algo bajo su mano:
- ¡Wow! Es la piedra de Pindorama?
Él, la mira admirado, y la coloca alrededor de su cuello. Era una piedra oscura, ligeramente ovalada, amarrada a una cuerda muy fina, hecha de paja de palmera, tejida con mucha precisión. La voz aun estaba en su memoria, mientras examina el collar Cariu recuerda las palabras dulces que lo llamaban para una misión. El observa, el grabado en la piedra, una palmera símbolo de la tribu de los Pindorama.
-Si, ahora tengo los poderes de interferir con los Pindorama en la naturaleza. Voy a intentarlo ahora mismo.
Sin saber muy bien cómo hacerlo, el coloca la mano en el agua, más nada acontece.
-Voy a preguntar. – En pensamiento él dice: - ¿Agua de la tierra, que puedo yo hacer para ayudar?
El comienza a oír unas voces, al principio sin mucha precisión, después el va consiguiendo identificar:
-¡Son las voces de los arqueólogos! – Dice Cariu en voz alta – Ellos están diciendo que van a tener que destruir nuestras casas para cavar debajo de ellos. Tengo que pedir ayuda. Voy a buscar a Itare, él y los otros curumins van a tener que ayudar.
Mientras Cariu corría, la naturaleza parecía estar dentro del. El aire, la humedad, el agua, las plantas, el se sentía sumergido en un mundo nuevo de sensaciones.
El llegó hasta la aldea y encontró a Itare. Fue hasta él y dijo sin vacilar:
- Itare, escúchame. Nosotros precisamos salvar nuestra tribu. Los hombres están queriendo cavar debajo de nuestras casas.
- más ni siquiera, somos guerreros y ellos van a ver el suelo.
-Precisamos actuar de otra forma, yo siempre acredite que el hombre comprende al otro, lo respeta. Vamos a hacerles entender que nosotros somos importantes para la vegetación.
-Usted y sus sueños Cariu, a la vista está, que ellos solo quieren saber de la gloria y del dinero. No existe comprensión, tenemos que actuar con la fuerza.
- nosotros vamos actuar si, más con otra fuerza. Vamos a usar la sabiduría de los Pindorama, que siempre protegerán nuestra tierra.
Itare respondió con rabia:
-¡Ah! Cariu, ellos nunca existieron! Y si existieron fueron muertos, pues quien no se defiende con la fuerza muere luego.
Con tranquilidad, Cariu responde:
-Yo se que vivieron aquí, pues yo estoy con ellos, yo siento la sabiduría de la naturaleza. Ella quiere proteger nuestra tierra. Vamos, ella va a ayudarnos.
- ¿Usted está loco Cariu? – dice Itare con un grito determinado.
Sin alterarse con el descontrol de Itare. Cariu continúo:
-No, vamos que yo lo voy a mostrar.
Cariu va conduciendo el grupo de los niños. El se agacha para tocar el suelo. El contacto con los elementos de la naturaleza trae para él muchas informaciones. La integración es tan intensa que el parece estar en otro mundo. Lo que Cariu hablaba transcendía a la lógica, más era difícil no envolverse con la fuerza que brotaba de las palabras que ahora Cariu tenía. En aquel momento él era el líder.
Los niños llegaron al sitio arqueológico, al lado de la tribu y Cariu dijo.
- Es aquí, donde precisamos encontrar.
- Ya sintiendo que estaba perdiendo el comando, Itare pregunto desafiador:
- ¿Usted no cree que esta historia de Pindorama. Le está dejando loco Cariu?
- Puede ser Itare, más ahora precisamos encontrar la fuente del conocimiento.
- Debe ser la fuente de las idioteces. _ responde Itare.
Sin responder, Cariu tomo una pala que estaba próxima y comenzó a meterlo con toda sus fuerza en el suelo, sin ningún cuidado para escavar, en aquel espacio reservado con tanto cuidado para los trabajos precisos de los arqueólogos.
Un hombre que estaba echado la siesta a la sombra de una palmera, se levantó con el barullo y vio lo que los curumins estaban haciendo. Con rabia el grito:
-Saquen de ahí a sus hijos. Ustedes van a ver…
Fue una avalancha de niños, el único niño de la India Cariu, permaneció inmóvil. Con la confusión creada, apareció el Arqueólogo que dirigía las excavaciones. Luego que él percibió lo que el curumin estaba haciendo, exigió la presencia de los padres de Cariu para tomar satisfacciones y exigir providencias.
Cariu con calma y seguridad hablo al arqueólogo y dijo:
-No precisa enojarse señor, yo ya encontré lo que buscaba. Esta aquí y, el señor hasta ahora no lo había hallado.
Con la confusión creada, todos los trabajadores y los indios de la tribu estaban presentes.
El jefe de los trabajos arqueológicos pregunto con autoridad:
- ¿Qué hay ahí chico? Pronto, porque si algo en mal estado, tu familia va a pagar.
Intempestivo, el empuja a Cariu y mira el agujero que el curumin hizo con la pala. Se baja y observa algo duro en el suelo. Alrededor el barro estaba fofo, en las excavaciones de Cariu. Sin mucho esfuerzo, el comenzó a quitar el barro con la mano y ve surgir la borda de un jarro de cerámica. El escava más, curioso para ver lo que era y enseguida retira un jarro todo tallado, y escrito en una mistura de portugués con tupi:
El arqueólogo observa el jarro con admiración y hace una traducción en voz alta:
“En la tierra de las palmeras, donde los hombres blancos la tomaron, está llena de rabia y de venganza, más un día estará repleta de gente de bien. Será difícil nadar en el rio oscuro y salir de él, más un día va a acontecer un nuevo amanecer en el que todos serán amigos”
El arqueólogo escondió la rabia. Como era muy conocedor de la historia de Brasil, de las luchas y de las muertes ocurridas, entre los indios y colonizadores, al principio de nuestra tierra, aquellas palabras, escritas en la jarra, lo hicieron pensar en la responsabilidad que el hombre civilizado tiene en las manos. El futuro de la tierra de las palmeras, de Pindorama.
El miro para los curumins, medio sin entender lo que acontecía, y por un breve instante, en el que su racionalidad fue subyugada por un sentimiento que el no sabía de dónde venía, dijo:
-No sé qué decir, más yo procuraba remontar la historia, descubrir vestigios de una tribu nómada. Ahora yo encontré por las manos de un curumins. Más por ser por las manos de un niño indígena brasileño, veo que yo preciso aprender mucho sobre el origen del hombre. En verdad, saber la razón de tanta lucha. Esto mis estudios no consiguió responder.
El intercambio miradas de satisfacción con los niños y prosiguió:
-Hallo que yo estaba repitiendo errores del pasado, estaba queriendo destruir en nombre del progreso y de la ciencia. No sé si ustedes me están entendiendo niños. Más pido disculpas a todos ustedes por querer destruir sus casas. Y espero que la tribu de los Pindorama aun procure proteger estas tierra, pues los herederos de esta tierra de las palmeras, estamos precisando aprender a cuidar mejor de nosotros mismos.
Toda la tribu Guaraní, no recordaba los tiempos en que fueron esclavizados por los blancos, ni como los antepasados murieron luchando por las tierras, oro, y madera. En aquel momento, apena sienten una leve brisa con olor a mar, a hierva verde. Ellos no perciben, más eran los Pindorama que hacían estas caricias. Mientras tanto los curumins entendieron todo con la sabiduría de la simplicidad. Ellos se sintieron fuertes, pacíficos, guerreros. Itare, rodeado por los efluvios de la naturaleza, entendió que la lucha para un futuro mejor, no se construye con la fuerza de los músculos, más si con la del corazón.
Abaetê: persona de palabra – persona honrada –
Abaetetuba: lugar lleno de gente buena.
Abaré: amigo
Aracê: aurora, amanecer del día, el canto de los pájaros (por la mañana)
Cari: el hombre blanco
Paraibuna: rio oscuro que no sirve para navegar.
Gustavo Henrique de Lucena
gustavohlucena@ig.com.br
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